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Lactancia ¿instinto o decisión?

23 | 02 | 2020


Mandatos que se cristalizan en autoexigencias.

Nosotros vivimos en el siglo XXI y hemos sido adoctrinadas para pensar y sentir de determinadas maneras, muchas veces de formas que son contraintuitivas o instintivas.

Pero cuando un bebé nace, lo hace igual que un bebé de las cavernas, no sabe que tu tienes que volver de post natal o que puedes tener un trauma sexual o que tienes “poca leche”. El bebé nace sin duda con un instinto intrínseco a la supervivencia que se llama apego, y que con el va a buscar que el cuidador (generalmente la madre) más cercano lo cuide.

La culpa de las madres

A principio del siglo XX los beneficios de la lactancia materna estaban poco estudiados por lo que no se promovía o incluso se miraba de mala manera esa “opción”. Más adelante al probarse los múltiples beneficios de la lactancia materna para la salud del bebé y la madre la OMS y con ellos toda el área de la salud comenzaron a promover el famoso “breast is best” o el pecho es mejor (Mamá desobediente, Ester Vivas 2019). Si bien ese salto ha sido un gran logro en la salud materno infantil, también nos ha llevado a promover la lactancia desde un lugar “patriarcal” de imposición que genera culpas y exigencias versus empoderar a las madres y a sus familias, educarlas y acompañarlas en el proceso (La culpa de las madres, promover la lactancia sin presionar a las mujeres, Ivone Olza 2017).

La culpa del biberón. Informar a la familia, cuidara a la madre, promover la lactancia por placer y no por obligación.

El cerebro del bebé es puro instinto

El bebé instintivamente si es dejado en el cuerpo de la madre va a olfatear la leche y los pechos y va a reptar hacia ellos, el cuerpo de la madre cambia para que esto se haga más fácil, sus pezones se tornan más oscuros para llamar la atención de la vista primitiva del bebé.

Ahora bien, nosotras estamos cruzadas por la decisión, la duda, la culpa, las creencias limitantes que nos alejan de nuestras respuestas instintivas.

Lactancia, vínculo y apego

La leche materna contiene, además todos los nutrientes específicos necesarios para el adecuado desarrollo del bebé humano. El aminoácido triptófano y la hormona como la melatonina, por ejemplo, presentes en la leche materna en distintas cantidades de acuerdo con el momento del día ayudará entre otras cosas el pequeño a regular su ritmo circadiano (equilibrar ritmos de sueño y vigilia) ayudándolo a descansar cuando es necesario (Cubero, 2005).

A su vez se ha descubierto que las madres que dan pecho tienen menos hemorragias postparto, menos cáncer de mamas y de ovario, estando además protegidas contra la osteoporosis. A su vez la lactancia materna estimula la vinculación con su hijo, mejorando su propia autoestima (MINSAL, 2010).

Además de los beneficios a nivel biológico y psicológico para el bebé y la madre, es sabido que la lactancia materna refuerza el establecimiento de un vínculo afectivo de la madre y el bebé sentando las bases para el apego seguro de niño. El bebé tiene una serie de necesidades; hambre, frío, seguridad, contacto entre otras. El amamantamiento promueve la satisfacción de todas esas necesidades en un solo acto, es desde ese punto de vista sumamente eficiente (Olza, 2014).

La lactancia materna no es la única vía para lograr el apego, sino que es uno de los actos en los cuales se cumplen simultáneamente con muchas necesidades del bebé y la madre que favorece que se vayan dando situaciones vinculares que pueden a configurar a la larga un apego seguro.

No obstante, Una madre puede “decidir” dar pecho como un acto 100% determinado por exigencias externas, no vinculándose con su cría, sufriendo, transmitiendo cortisol y ansiedad. El dar pecho no es LA única manera de lograr vínculos que lleven a un apego seguro. Lo importante, es que si decidimos dar pecho intentemos conectarnos con nuestro deseo, con nuestro instinto y conectarnos con nuestro poder nutritivo intrínseco, no con las expectativas y exigencias del medio, los doctores, la suegra, la hermana, la matrona, la psicóloga, etc.

Lactancia como un acto de empoderamiento

Yo creo que personalmente, así como el embarazo, la lactancia debe ser siempre una decisión de la madre. Es un acto de amor y de cuidado que no puede ser exigido u obligado. Es nuestro cuerpo.

La autoexigencia respecto a ser una buena madre. Cuando el ser buena madre cae, en ponerse en riesgo de la salud mental. Amantar sin deseo, desde la exigencia. Poder escucharse, escuchar las propias necesidades de mujer más allá de la madre, a las necesidades de la pareja. Si actúas desde un imperativo y no desde un deseo genuino, después se “cobra”.

Cómo afectan los distintos tipos de parto a la lactancia

No obstante, hay ciertos contextos que van a favorecer que estos gestos instintivos se activen, por ejemplo, el parto vaginal y la cascada natural hormonal que este desencadena promueve la bajada de la leche y la conexión de la madre con su bebé. Mientras que la cesárea sobre todo sin trabajo de parto o partos inducidos o partos traumáticos pueden generar extrañamiento con el propio bebé o dejar a la nueva madre sintiéndose incapaz. El contacto piel con piel tras el nacimiento va a favorecer que esta cascada de hormonas del bebé y la madre se mantengan y que se facilite la lactancia. Ese primer momento, se le llama el periodo de “la hora sagrada”, periodo en que el bebé está en estado de alerta, picos máximos de oxitocina, que facilitan el encuentro. Comienza a construirse el vínculo extrauterino facilitando la adaptación al nuevo ambiente. La madre a su vez debe poder sentirse segura y cómoda, y eso varía de mujer en mujer, algunas necesitan estar a solas en silencio, otras pueden necesitar compañía. Es por esto que, estar atentos a las necesidades y deseos de la madre es primordial.

Según una investigación realizada por Cheryl Beck y Sue Watson (2008), luego de un parto traumático: Para algunas mujeres madres amamantar se convierte en una forma de sanar y sentimiento de logro. Para otras, decidir no amamantar significa recuperar el control tras haberse sentido maltratadas en el parto.

Psicopatología y lactancia

La depresión puede favorecer el cese de la lactancia, la lactancia ayuda a la recuperación de la depresión. Síntomas ansiosos y depresivos puede llevar a la madre a estar sobre preocupada por la alimentación, la calidad y cantidad de su leche haciendo más difícil la experiencia de lactancia. Abusos sexuales, trastornos de alimentación, en casos de experiencias de abuso sexual, u otros trastornos psiquiátricos la lactancia puede ser todo un desafío. Ser flexibles no SIEMPRE es lo mejor. Es el caso a caso, la leche materna es lo mejor pero la experiencia de amamantar puede ser distinta y subjetiva para cada una.

Lactancia y feminismo

Hoy en día la manera en que alimentamos a nuestros hijos se ha convertido motivo de debate social, lo cual hace que muchas madres vivan con culpa o presión la decisión ya sea de “tener” que amamantar a sus bebes los primeros 6 meses o de dejar de hacerlo pasados los 2 años (Olza, 2017). Sabemos que la leche materna es lo mejor, pero la experiencia de amamantar puede ser distinta y subjetiva para cada madre, y el contexto de cada familia para decidir qué es mejor es único, y nunca debiese ser juzgado o exigido por otros.

La presión de los profesionales de salud promueven que la experiencia de lactancia sea disociada que el pecho sea algo que le pertenece al bebé y aleja a la madre de la posibilidad de experimentar una lactancia placentera.

Según algunas autoras feministas, la promoción de la lactancia disminuye la autonomía y des empodera a las mujeres, quitándoles realmente la posibilidad de decidir. (Benoit et al 2016)

Maternar a la madre

En el post parto para poder estar atentas a las necesidades del bebé, para poder estar sin dormir, alimentando y generando leche que fluya sin angustia, debemos sentirnos cuidadas, seguras y a gusto.

Para eso necesitamos TRIBU, el papá, la mamá la abuela la tía la hermana, la matrona, la enfermera, la nana etc. Otros que se preocupen que la díada esté tranquila para que la lactancia pueda darse. Esto debe sostenerse en el tiempo no solo durante los 6 meses sino todo el tiempo que la díada decida continuar la lactancia.

El rol del padre en la lactancia; Se les debe considerar aliados, y deben ser educados para apoyar a sus parejas en el proceso.

La rigidez y la soledad es uno de los mayores enemigos, lo que uno diga puede tomarse como un mandato y no ayuda los cuidadores primarios. Sabemos que la lactancia materna es un factor protector a nivel vincular, a nivel de encuentro, contacto e interacción, surgen hormonas intervinientes ayudan al estrés genera serenidad.

Lo importante es promover la lactancia sin que esto esté en desmedro de su salud física y mental, debemos apoyarlas. No puede ser una tarea que recaiga solo en sus hombros.

Debemos velar por su bienestar y cuidado desde políticas públicas y privadas, desde los doctores hasta las familias que las acompañan. Porque una madre bien cuidada es una madre que cuida mejor de sus hijos, y estos son sin duda el futuro de nuestra sociedad. Como dice el refrán “para criar se necesita una tribu completa” (proverbio africano).

Manuela Susaeta, Psicóloga Clínica - Terapeuta Individual, Familiar y Pareja ICHTF - Especialista en Psicología Perinatal y Alergias Alimentarias -  Miembro de la Red Chilena Salud Mental Perinatal - contacto@manuelasusaeta.com